En el año 2013 tratando de incentivar en
mis alumnos la inquietud y el gusto por descubrir e investigar, vimos juntos el
video de Suzanne Lee: “cultiva tu propia ropa”. En este video ella utiliza el
Kombucha para fabricar un material con el que propone que se haga ropa. Aquel
año comenzamos a trabajar con el te de Kombucha.
Este té es una bebida que se produce a
partir de té, azúcar y un SCOBY de
Kombucha. SCOBY significa symbiotic colony
of bacteria and yeast, o kombucha mother. De modo que esta comunidad de microbios, que
generalmente incluye especies de los géneros Acetobacter, Saccharomyces, Gluconacetobacter
xylinus: y otras, son capaces de transformar el té en
una bebida enriquecida con otros nutrientes. Entre las especies citadas, G. xylinus y otras, tienen la capacidad de
generar celulosa.
Entre
2013 y 2016 he trabajado con este "hongo" junto con varios alumnos de secundaria
del colegio Retamar, The Cedars y Viaró. En este tiempo hemos recibido tres
premios nacionales (Primer premio en esdelibro, Primer premio en Don Bosco, y finalista en Big Bang Fair, UK, al que no nos presentamos pues me volví a España a vivir) por las investigaciones llevadas a cabo y el 30 de Abril de
2016 el proyecto fue declarado mejor proyecto en la fase final mundial del
certamen First Lego League en San Luis, USA. Más adelante ha sido finalista en certámenes como el SJWP 2020, o el Certamen de St Louis University en Madrid.
Los alumnos con los que he trabajado en estos años por orden temporal son: Iñigo Uriarte, Álvaro Humbrías, Luis Negueruela, Pablo del Nido, Pedro Argüello, Enrique Iber, Nacho Elías, Nathan Brown-Bennet, James Egnu, Alejando Karatzas, Toni Bosch, Manolo Santomá, Jose Gallostra, Victor Carroggio, Javier Sánchez, Jaume Gázquez, Ignasi Vilá, Guillermo Canosa, Pedro Gefaell, Luis Muñoz, Jaime Ríos, Jaime Alonso de Velasco, Álvaro Villarino, Borja Ríos y Álvaro Regidor.
En este
tiempo hemos hecho estudios variados entre los que se pueden citar la
resistencia del material, las condiciones óptimas de temperatura y presencia de
oxígeno, estudios para tratar de averiguar el pH óptimo para el crecimiento del
Kombucha, y otros.
Hemos
fabricado papeles de diversos grosores, tamaños y colores. Con ellos hemos
fabricado lienzos en los que se han pintado cuadros, pantallas para lámparas,
láminas de papel hechas por nosotros, en las que he ha escrito un cuento
infantil, moldes de huesos y cartílagos que quizá podrían utilizarse en la
industria médica para la regeneración de tejidos u órganos a modo de molde en
el que se pueden sembrar células del paciente; también hemos hecho filtros de
celulosa y cestas que quedan con la forma que se les da y tienen una excelente
relación resistencia a la deformación frente a peso del material.
Al ser
un biomaterial que principalmente está formado por celulosa es lógicamente
biodegradable.
Pero la
gran idea vino en el año 2015 cuando pensé que, siendo hongos y bacterias, su
papel en la naturaleza es claro como descomponedor de materia orgánica, de modo
que por qué no ponerlos en su lugar y dejar que hagan su trabajo degradando
materia orgánica procedente de residuos. Esto haría que no sólo la alimentación
del Kombucha no costaría el dinero del té y el azúcar, sino que además se
convertiría en una ventaja pues actuaría como pieza clave en el reciclaje de
materia orgánica.
Transformaríamos así un problema urbano en una ventaja. Sería
a partir de entonces un modo de alimentar al Kombucha y como resultado
produciríamos celulosa.
En este
momento estamos investigando la viabilidad de la idea. En pequeña escala
funciona bien, y el SCOBY puede degradar una variedad de productos orgánicos y
genera celulosa satisfactoriamente.
La
celulosa puede ser utilizada posteriormente para diversos usos, entre los que
puede estar el papel (el Kombucha tiene un 98% de celulosa mientras que la
madera 45%), la industria médica (apósitos, prótesis…), la textil (el Kombucha
tiene un 98% de celulosa mientras que el algodón 95%),
También
estamos viendo la posibilidad de industrializar el proceso, evaluar las
ventajas económicas y ecológicas de su implementación, pues supondría un vuelco
en el modo de producir papel, que afectaría a las miles de hectáreas en las que
se plantan y cortan árboles para papel, y a la industria de reciclaje de
residuos orgánicos.
A fecha del 27 de abril de 2020, estamos preparándonos para la final del SJWP 2020. Presentaremos nuestro proyecto que pretende cambiar la industria papelera para acabar con la principal fuente de contaminación del agua en el mundo.